“La adolescencia es como un parto, … en el primero nace un niño y en el segundo; en éste, un hombre o una mujer”.

Jean Jacques Rousseau

colorEL DESARROLLO PSICOLÓGICO DEL ADOLESCENTE

El momento del ingreso de los hijos en la etapa de la adolescencia suele traer consigo cambios en lo cotidiano de la vida familiar. Desde los horarios de rutina colegial, la adquisición de cierta independencia y “movilidad propia”, el aumento de actividades sociales o la falta de ellas; van cambiando los modos de comunicación entre padres e hijos.

Es entonces cuando los padres deben prepararse para hacer el duelo por ese niño que ya está creciendo. Llega el momento de aceptar la  realidad, acompañando a los hijos, ofreciendo sostén, resistiendo los avatares, las luchas, las discusiones. Ellos necesitan, ahora más que nunca, que sus padres “sobrevivan a su adolescencia”; sosteniendo los límites, y la relación de distancia, y de asimetría entre ambos.

Es decir, los padres deben ocupar su rol,  es necesario que puedan soportar y sostener ese lugar de autoridad frente a los hijos; ya que, cuando un padre, por dificultades en la asunción del rol asimétrico que le corresponde, se convierte en “amigo” de su hijo, éste pierde a un padre, mientras que amigos ya tiene muchos.

Muchas veces sucede que, mientras los hijos van entrando en la adolescencia, sus padres no han podido aún salir de ella. Según Obiols (1995), desde esta perspectiva, “el rol de madre o padre sería simplemente el compinchismo, vivir la misma vida ocupando un lugar de amigo/a. El padre no dice que no, no pone límites claros, hace creer que comparte las decisiones, evitando la confrontación, pero en realidad mantiene el poder en sus manos”.

La adolescencia comienza en la pubertad, y según algunos autores, finaliza alrededor de los veinte años; aunque otros estiman que podría extenderse hasta los treinta años, sería la llamada “segunda adolescencia”. El adolescente vuelve a ser como un niño deambulador, pasa nuevamente por etapas similares, pero expuesto a riesgos mayores, ya que adquieren mayor movilidad e independencia. Es un período en el que se producen cambios corporales, afectivos, cognitivos, de valores y de relaciones sociales.

En lo corporal, el púber experimenta cambios importantes en su constitución  física: el crecimiento lo va haciendo adulto, los cambios hormonales producen el desarrollo genital y de los caracteres sexuales secundarios, la asunción del género y la elección del objeto sexual. Se trata de un período sensible de la vida, distintos estímulos externos (afectivos, vinculares, amorosos, físicos, etc.), producen efectos trascendentes a corto, mediano y largo plazo en la vida. El adolescente está muy atento a su cuerpo y a los estereotipos de belleza de su ámbito cultural. Cambia su relación con el otro sexo y su forma de mirarlo. Aparecen entonces, los primeros amores.

En lo intelectual, se desarrolla el pensamiento abstracto y la posibilidad de trabajar con operaciones lógico formales, lo que le permite la resolución de problemas complejos

La apertura hacia el mundo externo conlleva una reorganización y re significación de sí mismo y de su entorno. Esto va abonando una nueva subjetividad, trazada sobre el campo fértil del niño hacia el sujeto adulto que ha de advenir. Se trata de un movimiento que va, como oleadas, desde la niñez, pasando por la pubertad, hacia la adolescencia.

Este movimiento, siguiendo a Slucki (1994) posee un “carácter extra familiar, soledad, desafío, objetivos que lindan con lo épico, desprendimientos….  en este sentido, el adolescente debe demostrar a sus padres, a la sociedad, y a sí mismo, su valentía, sus posibilidades de actuar por cuenta propia. Resulta pensar los ritos, como retos personales, como desafíos donde el adolescente debe comenzar a resolver situaciones de manera autónoma e independiente”.

LA IMPORTANCIA DEL GRUPO DE PARES: LOS LAZOS SOCIALES

El grupo de pares nace como una necesidad del adolescente de crear un nexo intermedio entre su mundo familiar y el ámbito social adulto. Para Coleman (1994) “el período transicional de la adolescencia supone para el joven una carga especial, un reto y una oportunidad. Tiene que individualizar, establecer la confianza en sí mismo y en sus propias capacidades, adoptar importantes decisiones relativas a su futuro y liberarse de sus anteriores vínculos parentales”. Es decir, al transitar el período de la adolescencia, se espera que el joven pueda reconfigurar la modalidad de sus vínculos para con su padres, su entorno, su grupo de pares y establecer, a su vez, nuevos vínculos.

Es fundamental que el joven pueda sentirse incluido en su grupo de pares. Según Janin (2011),” cuando el adolescente  puede desplegar la creatividad e insertarse en un grupo que lo sostenga y acompañe es frecuente que las peleas se circunscriban al ámbito familiar y versen sobre los intentos del adolescente de desasirse de la autoridad de los padres, preservándose el afuera como lugar de despliegue vincular”.

RESILIENCIA: EL MOTOR DE LO POSIBLE

Un concepto fundamental para el bienestar mental, que quisiera introducir en el presente artículo es el de resiliencia. Siguiendo al autor Aldo Melillo, basado en las teorías de Donald Winnicott (1978), podemos definirla como la capacidad humana de superar las adversidades que inciden en el desarrollo vital de los individuos, y que permite construir una vida sana, a pesar de ellas.

Debe tenerse en cuenta que la resiliencia se teje, no hay que buscarla sólo en el interior de la persona ni en su entorno, sino entre los dos, porque anuda constantemente un proceso íntimo con el entorno social. Durante toda la vida es fundamental otro ser humano para superar las adversidades, y esto es posible a partir del desarrollo de las fortalezas que constituyen la resiliencia. Debe ser un vínculo profundamente afectivo, tierno, de la calidad de los genuinos vínculos humanos. (Melillo., 2007)

La resiliencia debe ser un concepto muy presente cuando se piensa en lograr el desarrollo pleno de un adolescente. Es imposible pensar en la integración, la ciudadanía y el bienestar en comunidad, de alguien que no se siente aceptado, reconocido e integrado dentro de su entorno.

ASPECTOS A TENER EN CUENTA PARA ACOMPAÑAR A LOS HIJOS EN ESTE PROCESO

Identidad: Tal como se dijo anteriormente, en este período, es importante que los jóvenes logren la construcción de su identidad; y de que ésta integre los distintos aspectos de la personalidad. Los padres pueden acompañarlos en este momento. Que el hijo/a pueda comenzar a preguntarse y a construir respuestas posibles para preguntas tales como: quién soy?; Qué quiero?; A dónde voy?

Hábitos: durante esta etapa es sustancial la incorporación y desarrollo de hábitos cotidianos, tanto en el ámbito familiar, social, académico, etc.

Intimidad: ligado a lo anterior, no podemos desconocer la necesidad del adolescente para encontrar un espacio para desarrollar su propia intimidad y la capacidad de compartirla. Relacionado a esto, encontramos a los, la constitución progresiva de una moral autónoma; el cuidado del cuerpo, el respeto por la sexualidad propia y de los otros, la importancia de la comunicación.

Emociones: los padres pueden acompañar a sus hijos en el proceso de reconocer y diferenciar sus emociones, para poder regularlas. Procurar la madurez emocional, la importancia tanto de reconocer las propias emociones como la expresión de las mismas de manera adecuada. Esto ayuda a favorecer la construcción de vínculos estables y fortalecer las relaciones interpersonales.

PARA FINALIZAR….

Podemos rescatar algunos consejos para los padres que pensó un gran autor contemporáneo, Juan David Nasio (2013):

  • Saber esperar, el mejor remedio para calmar a un joven que se ha vuelto difícil es el tiempo que pasa. Si usted recuerda que la adolescencia es una etapa de la vida que empieza y termina, tendrá la fuerza de esperar, de soportar y relativizar los inconvenientes inherentes a esta prueba insoslayable que todos los padres y sus hijos deben atravesar.
  • Saber relativizar…. Sepa distinguir a la persona de sus actos; usted puede condenar un comportamiento condenable, sin por ello, renegar de su amor de padres.
  • Saber negociar. Hay que saber prohibir y sancionar, pero también saber hacer arreglos  con el joven ….no olvide que su hijo espera de usted que asuma un rol de adulto protector y no dude en fijar límites cuando hace falta. Poner límites significa no sólo prohibir, sino también saber negociar con él… concluya con una iniciativa positiva.
  • Saber evitar las comparaciones. Cuando usted lo rete, nunca lo compare con uno de sus hermanos o con otro joven que tendría un comportamiento ejemplar…. esto puede desalentarlo y humillarlo.
  • No presagie nunca un fracaso en su hijo, por el contrario, sea siempre positivo.
  • Un adolescente que es insoportable en su casa, muchas veces es muy bien apreciado fuera de ella…. Esto es, porque los adolescentes pueden vivir el amor paterno como exigencias y juicios… a veces es bienvenida la palabra y la intervención de adultos que no sean sus padres. Las intervenciones de terceros muchas veces son bien recibidas por el joven porque no reavivan su sentimiento de inferioridad.
  • A propósito de terceros, no dude en hacerlos intervenir en caso de conflictos con el adolescente. En caso de tensiones con su hijo, no reaccione enfrentándolo, creyendo imponer mejor así su autoridad.
  • No olvide que su actitud hacia el adolescente suele estar animada por sus sueños de lo que el joven debería ser. Sea realista y ámelo tal como es. El sufrimiento de un adolescente se debe a los desgarramientos que sufre entre las exigencias de su cuerpo y las exigencias de su moral, pero también se debe a un malentendido profundo entre él y sus padres.

En el presente artículo hemos recorrido algunos aspectos significativos en la constitución psíquica y anímica de los jóvenes que atraviesan la etapa de la adolescencia. Es importante entender que se trata de una etapa, una más de la vida de cada persona, con sus características propias, que afectan tanto a la persona como a su entorno familiar y social más directo. Un joven  que se siente amado y  alojado por su familia, tiene energía disponible para aventurarse hacia el exterior. No importa si por momentos los padres no los entienden, de hecho, es así muchas veces!; y, sin embargo, un chico crece sano aún y gracias a esas discusiones y rivalidades que surgen con sus padres, ya que, como vimos, son necesarias para su crecimiento y para su separación del ámbito familiar.

Luego de la “tormenta”, el mar se calma, el jóven se hace más fuerte y más dueño de sí mismo y de sus propias circunstancias. Esto no habría sido posible, sin el amor, la contención, el sostén, y el equilibrio que los límites y la comunicación sana entre padres e hijos, pudieron brindar.

Cuando un hijo ha atravesado la adolescencia ya no es el mismo, su esencia se conserva, su identidad se preserva, enriquecida por los acontecimientos vividos durante este período. Si el niño pudo crecer en un espacio familiar suficientemente bueno, parafraseando a Winicott, podrá salir airoso de esta etapa,  constituirse en un adulto normal, sano. En este sentido, los padres, tampoco serán los mismos, con el atravesar de cada hijo la etapa de la adolescencia, ellos también van creciendo, cambiando, hacia la plenitud.

Referencias:

CASSULLO, Gabriela L. (2012): “Ser adolescente en el siglo XXI: Aportes a la Evaluación Psicológica. Del autocontrol percibido al riesgo”, Eudeba.
COLEMAN, J. C. (1994): Psicología de la adolescencia, Madrid: Morata.
JANIN, B. (2011): “Los adolescentes, riesgos y aperturas posibles”, Actualidad Psicológica,  394, 2-6.
MELILLO, A. (2007). El desarrollo psicológico del adolescente y la resiliencia. En “Adolescencia y Resiliencia”. Op. Cit. Capítulo 4.Paidós.
MUNIST, Mabel M.; y otros (compiladores), (2007): “Adolescencia y Resiliencia”, Paidós.
NASIO, Juan D. (2013): “¿Cómo actuar con un adolescente difícil? Consejos para padres y profesionales”. Paidós.
OBIOLS, S. (1995): “Escuela y sociedad de consumo. Adicciones y consumismo. El adolescente, un blanco móvil? ”, Ensayos y Experiencias, 6, 27-37.
SLUCKI, D. (1994): “Ritos de iniciación. Las despedidas del adolescente”. Gaceta psicológica. Asociación de Psicólogos de Buenos Aires, 97, 23-26.
TOMAS, Silvia. (Compiladora). (2006): “Clínica psicoanalítica con niños, púberes y adolescentes. Su articulación con conceptos de fundamento freudiano-lacaniano”. Letra Viva
WINNICOTT, D. (11978): “El concepto de individuo sano”, Buenos Aires, Trieb.

Enlaces web:
https://www.healthychildren.org/Spanish/ages-stages/teen/Paginas/Stages-of-Adolescence.aspx
Recuperado el 24 de agosto de 2016
http://definicion.de/adolescencia/
Autores: Julián Pérez Porto y María Merino. Publicado: 2008. Actualizado: 2012.  

Fotos:
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Directora - Socia Fundadora Centro Cimas · Responsable área orientación vocacional

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