Mucho se habla en estos días en relación a la mujer y a su situación en la sociedad actual. Es importante resaltar la visibilidad y el reconocimiento de la mujer en su función social, resaltando los aportes desde distintos aspectos, sociales, económicos, laborales, legales, sociales,  vinculares, entre otros.

A su vez, es necesario señalar los obstáculos con que a diario e históricamente se encuentran las mujeres en su desarrollo cotidiano.

Por ejemplo, en lo que hace a la vida laboral, techo de cristal, escalera de cristal, abismo de cristal, son metáforas usadas para describir las barreras y facilitadores de una carrera profesional que pueda estar influenciada por el género del trabajador. El techo de cristal impide a mujeres, y otras minorías, acceder a altos puestos de dirección, mientras que la escalera de cristal suele ser la forma en la que los hombres promocionan más rápido en puestos de responsabilidad, sobre todo en ocupaciones mayoritariamente femeninas como la enseñanza o la enfermería.

El abismo de cristal hace referencia a la mayor probabilidad de una mujer o integrante de otra minoría, de conseguir un puesto alto de dirección cuando debido a las características de la situación, este puesto lleva a un alto riesgo de fracaso. La brecha salarial es el hecho de que las mujeres ganan menos que los hombres, a igual puesto y tarea (desigualdad de género en el ámbito laboral), ésta es evidente en todos los países desarrollados, en los que de promedio, los hombres ganan más que las mujeres.

Según datos de la asociación de Economía feminista, la sociedad sigue negando la discriminación como factor determinante de esta situación.  Muchos creen que las desigualdades de género sólo se explican por el hecho de que las mujeres trabajan menos horas y en sectores peor pagos. A esto se le suma, que las mujeres parten de una inequitativa distribución del trabajo doméstico no remunerado.

A niveles académicos, los jóvenes disfrutan de condiciones de igualdad durante sus años de educación secundaria y en la universidad, donde en muchas áreas las mujeres son mayoría, fomentando una ilusión de igualdad laboral que no se corresponde con la realidad que se encontrarán cuando se dispongan a desarrollar su carrera. Esta falta de conciencia sobre el problema, impide que mujeres y hombres se preparen para identificar  este tipo de barreras sistémicas y no sistémicas de género durante su carrera profesional, evitando el desarrollo máximo de su potencial o el potencial de sus compañeras o parejas.

Muchas veces, también se argumenta que las mujeres “eligen”  trabajos peor remunerados; segregación laboral que las excluye de participar de ciertos sectores económicos que se perciben como más masculinos, limitando sus decisiones, a este fenómeno se lo conoce como “paredes de cristal”.

Según Carmen Rodríguez Martínez (2006), estas diferencias de género afectan, de igual modo, a la propia práctica universitaria, al «orden universitario» creado a lo largo de los siglos. En este caso, las luchas feministas  y el impacto de una  mayor visibilidad femenina en los ámbitos políticos y sociales están poniendo en cuestión su invisibilidad en estos y otros espacios de la vida cotidiana de la mujer.

(https://books.google.com.ar/books?isbn=8446020580 Carmen Rodríguez Martínez, 2006)

Hablando de estereotipos de género y sexismo, a lo largo de las últimas décadas, diversas conquistas sociopolíticas han posibilitado que las expresiones más abiertas del prejuicio hacia distintos grupos cedan paso a manifestaciones más implícitas y veladas (Glick y Fiske, 2001; Swim y Hyers, 2009). Los prejuicios y comportamientos discriminatorios originados en la condición de género no han quedado al margen de esta tendencia, y si bien causan efectos negativos tanto en hombres como en mujeres, pareciera que son ellas su blanco preferido (Formiaga, 2006; Glick y Fiske, 1996; Lameiras Fernandez y Rodriguez Castro, 2003).

En este sentido, los estereotipos de género femeninos suelen tener un contenido más hostil que los masculinos, circunstancia que lleva a las mujeres a enfrentar actos de discriminación en distintos ámbitos, tales como la familia, la escuela y el trabajo (Ayres, 2009; Hang- Yue, Foley y Loi, 2006).

El prejuicio se construye a partir de las interacciones sociales; y los valores humanos, por su potencial para orientar las actitudes, las decisiones y los comportamientos, se perfilan como una variable fundamental para su estudio. (Formiaga, 2006, Stangor, 2009).

La socialización de género ocurre cotidianamente e influye en la reafirmación de la identidad individual, así como la cultura de las organizaciones y de los grupos. Los varones presentan mayores niveles de sexismo hostil, mientras que las mujeres suelen registrar menores niveles de este prejuicio, aunque similares o mayores montos de sexismo benévolo (Formiga, 2006; Glick y Fiske, 2001; Travaglia, Overall y Sibley, 2009).

La discriminación de género afecta el desarrollo de la mujer, influyendo sobre su personalidad, sus relaciones interpersonales, y su desempeño académico y laboral.

Según Alicia Bárcena, “la decisión de analizar las políticas públicas que inciden positivamente en el logro de la igualdad de género  se sustenta en la convicción del papel activo que, como una condición clave para alcanzar el desarrollo, debe desempeñar el Estado en la construcción de sociedades igualitarias. En este contexto, las políticas públicas son una herramienta fundamental para impulsar las transformaciones hacia mayores niveles de justicia, además de expresar la decisión política de los gobiernos de avanzar en la solución de los problemas de desigualdad que afectan a las mujeres. Los distintos grados de avance en relación con la igualdad de género en los países de la región muestran que todavía hay un largo camino por recorrer, especialmente en cuanto al fortalecimiento de las capacidades estatales para la puesta en marcha efectiva de políticas públicas orientadas a disminuir las brechas de género. La identificación de políticas públicas de igualdad de género de

Carácter redistributivo, de reconocimiento y de representación es un esfuerzo por relevar las iniciativas de los Estados que se orientan a enfrentar injusticias y mejorar la situación de las mujeres en distintas áreas de desarrollo, de manera de hacer posible su autonomía y la garantía de sus derechos humanos en contextos de plena igualdad.

En 2010 el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe inició, en el marco del programa de trabajo de la División de Asuntos de Género de la CEPAL, un proceso de análisis para identificar buenas prácticas en la formulación de políticas.  Las políticas de género basadas en la igualdad como horizonte y como principio deberán hacer posible que las mujeres detenten mayor autonomía y poder, que se supere el desequilibrio de género existente y que se enfrenten las nuevas formas de desigualdad. En nuestra convicción, es fundamental tomar acciones para difundir la información que generan estos cambios de políticas en los ámbitos técnico, político, social y cultural, de manera de elaborar nuevas categorías de análisis que permitan responder a los desafíos que implica transformar las situaciones de injusticia de género”.  Alicia Bárcena Secretaria Ejecutiva Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)

En una nota periodística la artista Lala Pasquinelli manifiesta: “Yo quería encontrar la forma de hablar de los temas de las mujeres que a mí me atraviesan. El de los estereotipos es uno y el otro, la falta de referentes en los medios. Yo estaba haciendo un cambio muy radical en mi vida, que era tomarme el arte más en serio, y me costó bastante encontrar mujeres referentes. Siempre me pregunto cómo sería hoy el mundo si hubiera tenido más mujeres a quienes mirar y cómo sería hoy mi vida también. Porque no tener referentes te condiciona el deseo”, dice esta artista de 42 años, quien empezó a ver que los medios no les daban espacio a las mujeres reales ni a sus problemáticas”. (Lala Pasquinelli: “Los medios tienen que repensar qué tipo de mujeres muestran”. https://www.lanacion.com.ar/2108518-lala-pasquinelli-los-medios-tienen-que-repensar-que-tipo-de-mujeres-muestran)

En este sentido, según datos de la Unesco, el hecho de que haya menos mujeres en los puestos de toma de decisiones como agentes culturales o en las redes profesionales provoca un efecto dominó en la visibilidad y potencial de acceso que tienen las emprendedoras y profesionales culturales a la hora de compartir, crear o ganar la credibilidad de sus pares. (https://books.google.com.ar/books?isbn=9233000087 UNESCO – 2015)

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